PARA ELLAS EN SU DÍA
Maternales, rebeldes y valientes
Letras madres. La madre desde la literatura fue la luchadora de las crónicas, la matriarca de las novelas o ese símbolo nostálgico de la poética peruana.
Por: Diana Gonzales Obando
Hablar de la madre es pisar un terreno inestable que despierta los tejidos más delicados, tramados con el hilo de la memoria y el sentimiento. En el proceso literario latinoamericano la madre ha sido representada con distintos matices, tanto divertidos como desgarradores, imágenes que solo se pueden reconocer en un continente como el nuestro, donde la literatura es tan heterogénea que puede sostener la coexistencia de un tipo de madre para cada clase social como para cada corazón o emoción.
Personajes disímiles
Encontraremos personajes disímiles, opuestos o simplemente diferentes como Úrsula Iguarán, la aguerrida matriarca progenitora de la prole más memorable de la literatura latinoamericana, la familia Buendía de “Cien años de soledad”; o la siempre bella, fina y despreocupada Susan, madre de Julius, producto del mundo creado por Bryce Echenique. Carmen Ollé, por otro lado, en “Por qué hacen tanto ruido” imagina a una madre conflictiva que no comparte ni entiende su pasión por la poesía: “Mientras freía el pescado con margarina, me distraje con la última discusión. Otra vez resonaban mis gritos. Lo ridículo era que mi madre y yo discutíamos por Ignacio en nombre de la poesía”.
Las fundadoras
Una clásica madre heroína es María del hermoso poema épico “La cautiva” (1837) del argentino Esteban Echeverría. María, quien es raptada por los indios, lucha por la vida de su esposo, pero al enterarse de la muerte de su hijo, no encuentra más remedio que morir de tristeza: “Y al oír tan crudo acento, / como quiebra el seco tallo / el menor soplo de viento / o como herida del rayo, / cayó la infeliz allí”.
Otro personaje mítico es La Gaitana. Cuentan las crónicas españolas que al sur de Colombia existió una poderosa mujer, quien al ser testigo de la muerte de su hijo, quemado vivo en manos del español Añasco, comenzó una venganza de concepciones míticas que desembocó en los conflictos bélicos entre españoles e indígenas, tras la tortura de Añasco: “Le sacó los ojos, le hizo un orificio debajo de la lengua y le amarró una soga para arrastrarlo en el pueblo; la comitiva era acogida con estruendosas celebraciones”.
Ambas madres comparten el sufrimiento, pero responden a él de distintas maneras. En territorio peruano, Micaela Bastidas murió desgarradoramente por luchar por la libertad de su pueblo a la vista de su esposo Túpac Amaru II y de su menor hijo de 10 años, Fernando.
Otra de las fundadoras es también La Malinche, personaje controversial de la historia mexicana. Conocida por ser la concubina y tener un hijo de Hernán Cortés, Don Martín Cortés (uno de los primeros mestizos). La Malinche o Doña Marina —según la crónica “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz—, fungió de traductora y mediadora entre los españoles e indígenas, pues aprendió el español con facilidad: “[...] que aunque muchas veces fue persuadida, unas veces por amenazas y otras por promesas de muchos señores indios, para que dixese unas cosas por otras, o diese orden cómo los nuestros paresciesen, nunca lo quiso hacer, antes, de todo lo que en secreto le decían, daba parte al General y a otros Capitanes [...]”. Es condenada por la historia como traidora del pueblo azteca.
La nostalgia materna
Blanca Varela, la poeta más importante de las letras peruanas contemporáneas, en “Casa de cuervos” concede la marca que identifica la representación de la madre en la poesía peruana reciente: “tu náusea es mía / la heredaste como heredan los peces / la asfixia / y el color de tus ojos / es también el color de mi ceguera”.
Es la fuerza de cada palabra suya que, al ser situada en los espacios familiares y domésticos, recorre el aire poético de una literatura de la desolación, como en los versos de Doris Moromisato en “Chambala era un camino” donde la imagen de su okaa (madre en japonés), desde su muerte hasta la infancia de la poeta, está cargada de nostalgia: “Pero un invierno madre abandonó la morada / se fue despacio, sin molestar a nadie, / la vajilla en la alacena, / aroma a tempura recién dorada”.
El sentimiento de orfandad ante la muerte de su progenitora es compartido con el “Responso al cadáver de mi madre” de José Watanabe: “Once hijos, Señora Coneja, y ninguno sabe qué diablos hacer / para que su cadáver tenga alegría”.
La madre de la infancia viene envuelta con olor a lejanía, así es como Vallejo la recuerda en “Los pasos lejanos”: “Y mi madre pasea allá en los huertos, / saboreando un sabor ya sin sabor. / Está ahora tan suave, / tan ala, tan salida, tan amor”.
Reales y ficticias
Pelagia, personaje de “La madre” de Gorki, lucha junto a su hijo Pavel, un obrero socialista, por la justicia y la verdad. Ambos son deportados a Siberia.
Mary Wollstonecraft, que publicó “Vindicaciones de los derechos de la mujer” (1792) fue madre de Mary Shelley, quien dio a luz a la criatura más aterradora de la literatura decimonónica: “Frankenstein”.
Yocasta, esposa y madre de Edipo, se suicida, colgándose, al enterarse del incesto cometido. Por su parte, Edipo se arranca los ojos.
Hola me parece genial este blog..
ResponderEliminarHola Carlos, me encantó tu blog seré una asidua visitadora.Me alegra encontrar conpersonas como tu siento el corazon enchida de amoción por que pensé que era un cadever soñador,pero ahora me doy cuenta que estoy viva.Mis pensamiento y filosofia de la vida no esta fuera de órbita.sueño con un mundo mejor para los niños y mi futura generación. Continúa con esta labor informativa de llegar a muchos mentes que se encuentran solotarias a veces perdiendo la fe.
ResponderEliminarAnimo y fuerza en tu lucha diaria, un abrazo, Celia.
Gracias Celia, no sabes como me das felicidad, tu aliento y tus ánimos y más aún tu cálido abrazo, le extiendo a nuestro pueblo para que no pierda la fe y comprendamos todos juntos que un mundo mejor es posible. Muchas gracias por tu visita y tus palabras. Este blog es tuyo cuando quieras
ResponderEliminarCarlos