sábado, 3 de abril de 2010

♣ LA FAMILIA TAMBIÉN COMO EJE DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL

LA FAMILIA A PESAR DE LA "MODERNIDAD" ES CONSERVADORA

http://caobacii.blogspot.com/  
Carlos Villacorta Valles.
Forjando la educación transformadora

TRANSFORMAR LA EDUCACION CONSERVADORA DE LA FAMILIA Y LOS HIJOS, PARA QUE CONTRIBUYAN EN LA  TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Se nos enseña que la familia “es la célula básica de la sociedad”, lo que en buen romance significa que de ella dependen las buenas costumbres y la moral de la sociedad. Nada más falso. Simultáneamente, tanto las costumbres y la moral familiar, así como su situación concreta, son determinadas por las condiciones económico-sociales del período histórico concreto donde se desenvuelve la familia. Ésta contribuye en parte, pero no determina.
Los modos de producción esclavista y feudalista, han generado por ejemplo una familia donde el hombre es el sustento vital de ella y la mujer se encargaba exclusivamente del hogar. Claro que lo hacían por “machismo”. El sistema capitalista que estamos viviendo, prácticamente ha destruido ese tipo de vida familiar al tratar al hombre como una mercancía más, pagarle un ridículo salario por su fuerza de trabajo y convertir también a la mujer en una asalariada más, para poder sobrevivir, puesto que la del hombre no es suficiente.

¡Qué vida familiar puede existir, donde padre y madre tienen que salir a trabajar por necesidad? Y en la mayoría de los casos no hay posibilidad de contratar a alguien que los cuiden y eduquen. ¡Cómo quedan los hijos!: Abandonados. Por más esfuerzos que se prodiguen no es igual.

Toda esta situación, nos ha hecho comprobar en la práctica, que la mujer como madre, es el eje vital del desarrollo equilibrado de la personalidad de los hijos, el hombre en ese sentido es complemento, porque es más tajante, en cambio la mujer es más persuasiva, pero, aquella mujer que diga “espera que venga tu padre ya vas a ver” deja de cumplir ese rol y desequilibra la formación. Por eso la mujer debe dedicarse a leer y autoeducarse. Es fundamental.

El sistema capitalista, injustamente ha triplicado el trabajo de la mujer trabajadora, obrera, campesina, maestra: Seguir con el cuidado principal de los hijos, llevar a cabo las labores domésticas y luego salir a trabajar remunerativamente. Sin embargo, las mujeres de los capitalistas, tienen a sus obreras o “trabajadoras del Hogar” para hacer las cosas por ellas y, éstas (las burguesas) se dedican a la frivolidad, vanidad de mujeres con plata, teñida con la sangre de la mujer obrera. Por eso sus hijos son déspotas, individualistas, egoístas, fríos, frívolos y desconsiderados. Hay que ver cuando llegan a gobernantes, les interesa un pepino la gente o sus gobernados que sobreviven con un nuevo sol diario.

Esta situación de crisis familiar que vivimos, ha obligado que veamos a la escuela como la única formadora y educadora de nuestros hijos y la TV como distracción en la casa. Los cuidados cariñosos de los padres casi han sido relegados totalmente del seno de los hogares pobres. No hay tiempo para arrumacos cuando de sobrevivir se trata. Pero, esto debe cambiar, hay que recuperarnos y recuperar nuestras familias con contenido diferente, no dejemos que se debilite nuestro espíritu de clase. El hombre nuevo tiene que aprender a desarrollar su vida familiar comunitaria. El esfuerzo de compartir tareas es importante.

Ha llegado la hora de crear y forjar las familias comunitarias, las escuelas comunitarias y como tal la sociedad comunitaria. El hogar debe ser la primera fuente de formación del niño. No olvidar que las familias las constituimos a través del amor primero de pareja y luego a los hijos. El amor es un afecto grande que una persona siente por la otra y busca siempre su bienestar. La tolerancia sana y equilibrada y la fuerza de la costumbre, deben ser los antídotos cuando se cree que el amor se ha resquebrajado.

Tampoco olvidar que nosotros somos los primeros adultos que ellos, nuestros hijos, van a tener acceso. Hay que buscar y hacer el esfuerzo de brindarles una educación transformadora de todo lo que creemos injusto. Empezando desde la familia, contrarrestando las influencias negativas de la TV y la calle. Padres permisivos, indulgentes o autoritarios, no hacen nada bien, todos los afectos deben tener un justo equilibrio. Las familias deben ser también escuelas de democracia.

Absolutamente nadie hará ello por nosotros, somos nosotros mismos en comunión con otras familias que lo haremos, siempre pensando en función de la Sociedad Superior. Es clave.

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