jueves, 11 de marzo de 2010

♣ ENAJENACIÓN DEL TRABAJO POR EL CAPITALISMO LIBERAL

Interesante filosofía para demostrarnos que el trabajo mal remunerado aliena al hombre, es otra carga pesada más para él, le distrae y le hace perder el rumbo, asesina su espíritu; por eso el capitalismo liberal, paga mal a los trabajadores, haciendo del trabajo, júbilo para los que controlan el poder económico, trampa para los trabajadores que en forma permanente tienen que entablar sus luchas para conquistar reivindicaciones.

El capitalismo liberal ha enajenado el trabajo; el capitalismo liberal es una industria de todas las enajenaciones y las muertes. La enajenación, en términos marxistas, se refiere a la separación de la masa de asalariados de los productos de su propio trabajo. Leamos lo que dice Marx:

“¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?

Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; es que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu.
Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.

Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste.

El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, en que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro.

Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo”*.
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*K. Marx, Manuscritos: Economía y filosofía. Trad. de F. Rubio. Alianza, Madrid, 1986, p. 108.


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