de(Fundación Nemours)
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Es normal que los padres no estén de acuerdo en todo y discutan de tanto en tanto. Es posible que no estén de acuerdo en asuntos relacionados con el dinero, las tareas domésticas o en cómo pasar el tiempo. Tal vez discrepen en cosas importantes –como las decisiones que necesitan tomar sobre la familia. Pueden incluso no estar de acuerdo en pequeñas cosas que carecen de importancia —como qué hay para cenar o a qué hora llega alguien a casa.
A veces los padres no están de acuerdo pero saben hablar con tranquilidad, dándose mutuamente la oportunidad de expresar su punto de vista y escuchar el punto de vista del otro. Pero muchas veces, cuando los padres no están de acuerdo, discuten. Una discusión es como una pelea en la que se utilizan palabras.
La mayoría de los niños se preocupan cuando sus padres discuten. Los gritos y las palabras de enfado que utilizan los padres en sus discusiones pueden entristecer, preocupar o asustar a los hijos. Hasta las discusiones silenciosas –cuando los padres se enfadan y dejan de hablarse- pueden preocupar a los hijos.
Si los padres discuten por un tema relacionado con los hijos, estos pueden pensar que son ellos quienes han motivado la discusión. Si creen que la discusión es por su culpa, los hijos pueden sentirse culpables y afectarles todavía más. Pero las discusiones de los padres nunca son culpa de los hijos.
¿Qué significa que los padres discutan?
Los niños suelen preocuparse cuando sus padres discuten. Pueden sacar conclusiones precipitadas y creer que sus padres han dejado de quererse. Y hasta pueden pensar que se van a divorciar.
Pero generalmente las discusiones que tienen los padres no significan que hayan dejado de quererse o que se vayan a divorciar. La mayoría de las veces esas discusiones son una manera de liberarse de las tensiones acumuladas cuando los padres han tenido un mal día o están muy estresados. La mayoría de la gente pierde los estribos de vez en cuando.
Al igual que los niños, cuando los padres se enfadan entre sí, se pueden gritar, chillar y decir cosas desagradables que, en el fondo, no se querían decir. A veces, una discusión puede no significar nada salvo que uno de los padres o ambos han perdido el control. Al igual que los niños, los padres discuten más cuando están atravesando un mal momento o cuando están muy estresados en el trabajo o preocupados por otra cosa.
¿Cómo se sienten los niños cuando sus padres discuten?
Los niños suelen preocuparse cuando ven u oyen discutir a sus padres. Es duro oír sus gritos y las palabras desagradable que se dicen. Ver a sus padres alterados y fuera de control puede hacer que un niño se sienta desprotegido y asustado.
Los niños se pueden preocupar por uno de sus padres durante la discusión. Les puede preocupar que un padre se sienta especialmente triste o herido por los gritos y/o insultos del otro. Pueden temer que uno de sus padres se enfade tanto que llegue a perder completamente el control, que se enfade también con ellos o que alguien salga lesionado.
A veces las discusiones de los padres provocan llantos o dolor de cabeza en sus hijos. La preocupación por las discusiones de los padres puede incluso hacer que a un niño le cueste conciliar el sueño o no quiera ir al colegio.
¿Qué deberías hacer cuando tus padres discuten?
Es importante recordar que, cuando tus padres discuten, la discusión es entre ellos y que no te implica ti. Por lo tanto, lo mejor que puedes hacer es mantenerte al margen e irte a otra parte de la casa cuando discutan. O sea que vete a tu habitación, cierra la puerta y busca algo con que entretenerte hasta que dejen de discutir. El papel de los hijos no consiste en hacer de árbitros.
Cuando las discusiones de los padres van demasiado lejos
A veces, cuando los padres discuten, hay demasiados gritos, chillidos e insultos y se dicen demasiadas cosas desagradables. Aunque muchos padres se comporten de este de modo, nunca está bien faltar el respeto a otros miembros de la familia, usar lenguaje degradante o insultante, chillarles o gritarles. En ocasiones, las discusiones de los padres van todavía más lejos, incluyendo empujones, lanzamiento de objetos o golpes. Estas cosas nunca son aceptables. Cuando las discusiones se convierten en peleas, pasando a las manos, significa que las personas que se están peleando tienen que aprender a controlar el enfado. Tal vez necesiten la ayuda de otro adulto para conseguirlo.
Los niños que viven en familias donde las discusiones van demasiado lejos pueden explicarle a otra persona lo que está pasando en su casa. Hablar con otros familiares, un profesor, el psicólogo del colegio o cualquier adulto en quien confíes sobre las peleas que tienen lugar en tu casa puede ser importante. A veces los padres, cuando se pelean, pierden tanto el control que pueden lesionarse mutuamente, y a veces los niños también reciben golpes. Cuando ocurre esto, los niños pueden informar a otro adulto sobre lo que ocurre en su casa para que alguien pueda ayudar y proteger a toda la familia.
Si en una familia hay muchas peleas, si algunos miembros sufren lesiones a consecuencia de las peleas o si los miembros de la familia están cansados de tantas peleas, pueden pedir ayuda. Los psicólogos y terapeutas familiares saben cómo ayudar a las familias a solucionar sus problemas, incluyendo las discusiones frecuentes y las peleas.
Los psicólogos y terapeutas familiares pueden ayudar enseñando a los miembros de la familia a escucharse entre sí y a hablar sobre sus sentimientos sin chillarse ni gritarse. Aunque puede requerir esfuerzo, tiempo y práctica, los miembros de una familia siempre pueden aprender a llevarse mejor.
¿Está bien que los padres discutan en ocasiones?
Discutir de vez en cuando puede ser saludable si ayuda a la gente a exteriorizar sus sentimientos en vez de guardárselos para sí. Es importante que los miembros de una familia sean capaces de decirse cómo se sienten y qué piensan, incluso cuando no están de acuerdo. Lo mejor de manifestar una discrepancia de pareceres es que, después, la gente suele comprenderse mejor y sentirse más cerca.
Los padres pueden discutir por distintos motivos. Tal vez hayan tenido un mal día en el trabajo, no se encuentren bien o estén muy cansados. Al igual que los niños, cuando los padres no se encuentran en su mejor momento, es más fácil que se molesten por tonterías y son más proclives a discutir. No obstante, en la mayoría de ocasiones, las discusiones se olvidan rápidamente, los padres se disculpan y hacen las paces, y todo el mundo se tranquiliza.
Familias felices y sanas
Ninguna familia es perfecta. Incluso en el hogar más feliz surgen problemas y la gente discute de tanto en tanto. Generalmente los miembros implicados exponen abiertamente lo que les preocupa y hablan sobre ello. Todo el mundo se tranquiliza y la vida vuelve a la normalidad.
Ser parte de una familia significa arrimar el hombro e intentar hacerle la vida mejor a los demás. Las discusiones suceden y no pasa nada. Con amor, comprensión y un poco de esfuerzo, las familias pueden solucionar casi cualquier problema.
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