Por: Eleazar Mario López Mesones
Chiclayo, jueves 04 de febrero del 2010
Ahora, el campesinado de Pan de Azucar, ha tomado conciencia para conservar sus bosques de colinas y, superando las adversas condiciones ambientales, con el calor de la creatividad, ha transformado las colinas pétreas, en un monumento donde perenniza su arte y, con su práctica productiva, vive con el espectacular bosque de cactáceas columnares. Su esperanza y cariño, es inmenso; así, como es inmenso, el vuelo del “Aguila Petrificado en un petroglifo”. Nuestro agradecimiento, a los campesinos de Pan de Azucar, es sinceramente grato, por su amabilidad, guía y conocimientos. Así es nuestra patria, de campesinos transformadores y creativos, en la práctica productiva, de la Naturaleza y del espacio-tiempo.
Expedición en el Tiempo Geológico.
EL 22-23 DE ENERO, partimos hacia los Bosques de las colinas de Pan de Azucar, con el Ingº, Oscar Uchofen Mena, Especialista en SIG, para Geoposicionar y caracterizar biológicamente estos ecosistemas. Partiendo desde Chiclayo, con nuestro amigo, el amable conductor de la camioneta de doble tracción, Sr. Cossio –trabajador del Gobierno Regional de Lambayeque-, procedente de Zaña, Chiclayo; por una vía asfaltada hasta Zaña, nos demoramos alrededor de 2.5 horas, hasta llegar al poblado de Pan de Azucar, ubicado al sureste de Chiclayo a unos 83.7 km de distancia, en las estribaciones de la Cordillera Occidental de los Andes. Al llegar a Pan de Azucar, nos esperaba el campesino, Gustavo Monteza Fernández y una comisión de cuatro personas para acompañarnos en el reconocimiento directo de estos bosques.
La ruta adyacente a la Cuenca del río Zaña, tiene extensas áreas de formaciones geológicas del Mesozoico-Cenozoico, rocas magmáticas y material pétreo procedente de las emisiones volcánicas de la Formación Oyotún y Llama. Existe una estratigrafía que va desde la Formación Geológica La Leche, hasta el Holoceno con valles de origen eólicos-aluviales (en Oyotún) y, en desde Cayaltí, el Valle por donde está la vía carrozable –bastante deteriorada y sin asfaltar como consecuencia del impacto del Niño-, es de origen fluvial –con depósitos fluviales-y el Volcánico Oyotún (Jurásico superior), con predominantes fósiles marinos en calcita (carbonato de calcio), conteniendo almejas, caracoles, algas –en extensas áreas-, cefalópodos extintos, como amonites, foraminíferos, que son microfósiles de invertebrados; además de las formaciones geológicas del Cretácico, como antes de arribar a Oyotún: el cerro Songoy (Cayaltí) en Cojal, con un impresionante volumen rocoso y, el atractivo monte isla del cerro Motete –Cayaltí, La Viña-, con una estratigrafía de la Formación Inca Chúlec y el Grupo Goyllarisquizga (Cretácico Medio, Era Mesozoica). Antes de llegar a Oyotún, como si fuese un dique pétreo, el cerro Culpón, con sus rocas que parecen plateadas, permiten el acceso por el “Abra de Culpón”. Oyotún está situado en un amplio valle, de origen eólico-fluvial y, determinados cerros del Cretácico medio, como El Aguila, Pan de Azucar, Cosquef, Polvareda (una colina donde a flor de superficie, sobreyacen los fósiles de ammonites. Hace un año, el estudiante George Morales, me trajo una muestra de un ammonite fosilizado en calcita –posiblemente del género, Arnioceras sp.- y, el 22 de enero, con el Ingº, Oscar Uchofen, emocionados, colectamos muestras de estos extintos cefalópodos, modelados por la erosión y el agua, en formas ovoides. Esto quiere, que se recorre un tiempo geológico de más de cien millones de años, en estos paisajes, ornamentados por los “bosques de cactáceas columnares”).
Perennización del Ave Sagaz: El Aguila
Adyacente a Oyotún, está el petroglifo: El Aguila, edificada con una ancestral belleza en la suave pendiente del cerro del mismo nombre, con rocas cuarcíferas, visible desde grandes distancia. Cuando vemos esta figura, de grandes distancias, -cerca de 60 metros de altura por 59 metros de ancho-, parece que estuviese pintada, pero no es así; pues, es el color de la roca, el que le dá esta tonalidad, en contraste con el color de “panza de burro” o gris, de los cerros de este ámbito. En Internet, existen dos valiosos dibujos efectuados por Martín Lozada Vásquez, sobre los geoglifos –o terraglifos-, El Aguila y El Búho. Atravesando el Puente las Delicias, con una parte inclinada en la ribera, se encuentra el cerro El Aguila, donde se ubica este petroglifo (se requiere urgente intervención técnica para rehabilitar este puente, caso contrario colapsará, al caerse.). Sistemáticamente, seleccionando las rocas cuarcíferas, los paleoyotunenses, hace más de 2000 años antes de nuestra era, diseñaron este magnífico monumento, pretendiendo perennizar su sabiduría en la sagacidad de un falconiforme, que impetérrito observa y vigila este precioso paisaje colinoso.
Bosques de Colinas en Pan de Azucar y Macuaco
Son parte de la Vegetación de los Flancos Occidentales de la Cordillera de los Andes, situados al norte del grado 8 LS, con unos factores climáticos propicios para el desarrollo de la vegetación, flora y fauna de estos paisajes y, con una estación marcada de lluvias, a excepción del evento climático extremo como El Niño –ENSO-, que trae intensas lluvias, favoreciendo la propagación y reproducción de los bosques y diversidad biológica.
Así, “Los valles de Zaña, Chancay, La Leche y Olmos-Porculla, contienen elementos comunes en sus tres niveles, con una ligera variación muy notoria entre aquellas vertientes más empinadas como la de Zaña y Porculla con aquellas más tendidas y por lo tanto de mayor extensión como las de Chancay y de La Leche. En efecto, en la parte alta del río Zaña correspondiente a la zona de Nietos-La Florida-Monteseco y Porculla, los pisos bioclimáticos son totalmente notorios por la rápida empinación de la topografía”. Santos R. Llatas Quiroz: Vegetación y Flora del Perú, Lambayeque, 2005.
En el piso inferior de los Bosques de Pan de Azucar-Macuaco, se divisan hacia las colinas más altas, las comunidades florísticas de Palo Santo, así como de Hualtaco, en estos momentos, en plena regeneración, sobresaliendo en la vegetación, por el tono de sus hojas, también el pasallo, un árbol caducifolio –sin hojas, ahora-; encontrando dos especies de bromelia, en este sitio: “Salvajina” y “tuyo”, indicándonos mayores concentraciones de humedad atmosférica, transportada por los vientos alisios del Pacífico y, en las cumbres, divisamos montañas siempreverdes, conocidas como Quebrada Chonte. Este verdor, impresiona y, según el campesinado, había hace 50 años, especies de “Chonta”, que probablemente sean desaparecidos helechos arbóreos. Por la altitud y las muestras que se ven de una vegetación de ambientes húmedos, parece ser, que este topónimo hace referencia a un helecho arbóreo –desaparecidos hace 50 años, según nos informa el señor, Gustavo Monteza Fernández-; en el nivel inicial, está el concuno, vichayo, overo, zapote, faique, papelillo, chope, cactáceas, agave; se encuentran en amplias áreas. En las cimas de algunos cerros, también se encuentra el San Pedro, una cactácea psicoactiva, muy usada por los brujos del norte y oriente del Perú. En este nivel, el estrato herbáceo es muy denso y, entre los zapotales, notamos la inflorescencia de individuos del género Carica sp y, el peculiar “Tres Cholitos”, que es otra especie de papaya silvestre.. Con las lluvias del verano, las comunidades florísticas se regeneran y, se convierte en un paraíso con su fauna de reptiles, mamíferos, como el zorro –de dos especies-, venados, Oso Hormiguero y, una atractiva avifauna. Nos informa el señor Gustavo y, los integrantes de la comisión, que ellos ahora, están cuidando estos bosques para que no se talen, como ocurrió en épocas anteriores.
En los pisos ecológicos se ubican los ecosistemas de Jaguey, donde están géneros botánicos como el musgo, algas, árboles y, manantiales que originan flujos pequeños de agua.
Bosques de Cactáceas Columnares
En el trayecto de La Viña-Culpón-Las Delicias, se divisan las cactáceas columnares del género Neoraimondia, hasta las colinas del cerro El Aguila, donde comienzan a disminuir. Están en asociación con las cactáceas “ovoides”, conocidas como “piñas” o “pelotitas”, en otros lugares. Las suaves pendientes de las colinas están constituidas por la composición florística de cactáceas columnares del género Neoraimondia arequipensis y Melocactus sp. Pero en el Parque principal de Oyotún, no divisamos duplicados de estas cactáceas.
Ecosistemas de Jagueyes
En el ascenso hacia la cima de las colinas, en estrechos pasos naturales, visitamos los “Ecosistemas de Jagueyes”, donde una alfombra verde tapiza los contornos de esta “Isla Verde” y, los árboles, cubiertos con “chope”, le dan una frescura increíble a este ecosistema, muy especial para la diversidad natural y, especialmente para el campesinado, al almacenarse agua en sus concavidades.
En compañía de la comitiva, descansamos a la sombra de los árboles en un Jaguey y, el señor Gustavo Monteza Fernández, nos narró coloquialmente sobre hechos laborales de su vida, al haber sido recomendado por el destacado Dr. En Medicina, Humberto Boggiano Muro, para trabajar en un establecimiento de salud, en Chiclayo. Nos comentó sobre la presencia del antiguo propietario Miguel Leguía, de esta exhacienda y, sobre lo fructífero que había significado para él, participar en una pasantía con el campesinado de Tongorrape, con apoyo del Gobierno Regional de Lambayeque. Su intención era replicar aquellos proyectos agrofestales y melíferos de Tongorrape en Pan de Azucar y, más aún, su preocupación fue la conservación de los bosques y la rehabilitación del caído –en un extremo del puente Las Delicias- y, la construcción de un embalse, aguas abajo, en el jaguey visitado.
Cuando regresamos al poblado de Pan de Azucar y, continuamos dialogando, escuchando atentamente, los requerimientos de este amigable poblado –la generosidad del campesinado es excelente y, cuando recién íbamos rumbo a Pan de Azucar, un arriero motorizado –iba en una motocicleta lineal dirigiendo a su ganado vacuno-, dejó que éste continúe su camino y, se ofreció con un anciano campesino a guiarnos hasta el mítico geoglifo, El Aguila; nos despedimos y emprendimos viaje hacia la colina Polvareda, donde ubicamos y colectamos los extintos fósiles de amonites, entre los nichos del cementerio. Después, en Oyotún, visitamos un molino y, la calidad del arroz pilado nos impresionó. Al retornar, el chofer del vehículo, señor Cossio, nos obsequió el “riquísimo bizcocho de canela de su tierra Zaña, recién hecho en horno de leña”.
Encandila la belleza de este espacio de esperanza campesina y demandas campesinas aún sin resolver, como la protección de sus bosques, la conservación de su fauna, el desarrollo de la agricultura, el mejoramiento de su vida productiva y la rehabilitación del puente Las Delicias.
El valle, sólo es conocido directamente por el campesinado y, la atenta vigilancia de un falconiforme perennizado en el espacio-tiempo, por los sabios paleolambayecanos de Oyotún.
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